miércoles, 26 de noviembre de 2008

LOS CAMINOS DEL SOL

Haz click en la imagen y escucha el sonido de África

El viento descendió de las cumbres del Kilimanjaro para cruzar por la sabana dejando a su paso el susurro de aquellas voces que se alzan en nombre de la otra África. El sol volvía a nacer tras el horizonte despertando como tantas otras veces a un mundo que se perdía en los orígenes de la vida.

Los primeros rayos fueron la señal que todos estaban esperando. El poblado había salido a despedirle, nadie quería perderse aquel momento, sus rostros eran una extraña mezcla de emoción y alegría, una especie de sentimiento que embargaba a un pueblo que miraba sin miedo al futuro.
El joven masai sabía que había llegado su hora , cogió con fuerza su lanza y comenzó a correr… a sus espaldas el viento solo le pudo llevar los ecos de una canción muy antigua que su pueblo siempre había cantado en cada iniciación, aquella en la que el niño moría para dar paso al guerrero.
El sol ya había recorrido la mitad de su camino cuando el joven masai se detuvo. Respiró profundamente, y escuchó el lenguaje del aire, con sus grandes manos tocó el suelo y la tierra le habló de sus secretos. Y´mba, cerró los ojos y dió gracias al Dios de todas las cosas por ser tan generoso con él, por fin había encontrado lo que estaba buscando, por fin había encontrado al león que había ido a matar. Miró al horizonte y comenzó a correr, algo muy especial embargó su corazón, su destino y el espíritu de aquel animal se habían unido ya en un lazo que tan solo la muerte sería capaz de separar.
Y´mba pisaba con fuerza aquella tierra tan antigua mientras resonaba en su cabeza los cánticos que su pueblo le dedicaron en su honor. Su sombra desgarbada se adelantaba a cada uno de su pasos y su tela roja que cubría su cuerpo le hacía alguien capaz de vencer al más duro de los destinos. El viento, fiel testigo de aquel acontecimiento, volvía a surcar entre las hierbas y los árboles de la pradera despertando a la vida aquellos animales que con ojos oscuros se alzaban para mirar como la figura de aquel masai seguía el camino del sol.
Fue entonces cuando pudo escuchar el sonido roto rasgar el silencio del atardecer. Y´mba se detuvo y algo en su corazón se estremeció. Corrió con fuerza, algo dentro de sí se estaba rompiendo, corrió como nunca nadie lo hizo, como nunca nadie lo hará, esperando que no fuera cierto, esperando que nadie robara su sueño, su destino. Cuando llegó a aquel lugar solo pudo ver la mirada agónica de un león mientras regaba con su sangre la tierra que él mismo pisaba. La sangre que hizo verter una bala asesina. Y´mba acarició la cabeza de aquel majestuoso ser sintiéndose el más triste de todos los hombres, sintiendo lo inútil que era la muerte de cualquier ser vivo. Pero el joven masai descubrió que no estaba solo, a su espalda un cachorro de león lo miraba sin entender que la vida a veces no tiene sentido.

Cuando el joven masai apareció al final del camino, el pueblo le aguardaba en silencio, venía andando y con la cabeza agachada, el viento del norte no parecía traer buenas noticias, en sus manos solo llevaba su lanza y un cierto espíritu de desolación. Y´mba se detuvo a pocos metros del poblado, fue entonces cuando su gente pudo ver como detrás del joven masai un pequeño cachorro de león seguía sus pasos. Fue entonces cuando sus silencios se transformaron en sonrisas y las mujeres entonaron la canción del joven guerrero, aquel que no había traído la piel de león sobre sus espaldas, sino que trajo consigo lo más importante de todo ser vivo, su propio espíritu.

Una joven corrió hacia él, Y´mba enseñó sus dientes de color nácar, se había marchado siendo un niño y había vuelto con el corazón de un guerrero masai.