viernes, 5 de marzo de 2010

EL CANTANTE DE BLUES Y LA QUIMERA DEL AMOR

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Cuando me dijo que se iba a comprar tabaco yo sabía que nunca más volvería a verla. Nunca había fumado. En una mano tenía la plancha y en el fuego una de esas tortillas que tanto le gustaban. Y aún así… me dejó. Me quité los rulos, mi bata manchada de tomate y me prometí no llorar. Eso ya era ceder demasiado para alguien a quién habían dejado. Mis tres hijos aveces me preguntan por su madre. Yo no sé que decirles, cojo mi escoba y no dejo de barrer, no tendrán madre, pero si una casa limpia.

Mis amigos del “Super “ me dicen que la han visto sentada en un Ferrari con alguien más joven, más guapo y con más dinero que yo. Tenían la música a tope y ella no dejaba de reír. Cosas del cruel destino. Quizás yo era demasiado poco para ella, quizás no le diera todo el sexo que ella necesitaba, quizás en el fondo nunca le gustaron mis tortillas, ni siquiera la francesa.

La vida no fue fácil para nosotros, había quatro estómagos que llenar y montón de letras pendientes de pagar. Pero la vida es una de esas cosas que nadie es capaz de entender, cuando menos te lo esperas alguien te mira a los ojos y te abre una puerta trasera donde tienes tiempo para escapar.

Encontré trabajo de vocalista en una banda de Blues “The Quartet blues band”, todas las noches cantaba en un viejo y oscuro club de Jazz. Con mi voz rota y mi alma negra cantaba historias de desamor, olvidos, penas y tortillas que nunca más se comieron.

Poco a poco fuimos cogiendo algo de fama, empezaron los buenos contratos, los mejores clubes y toda aquella gente guapa que comenzaron a hacer cola para oírme cantar. Mis hijos fueron a los mejores colegios y yo me compré un ferrari rojo con el que pasear.

Muchas mujeres quisieron cuidar de mí, juro que en más de una ocasión caí en la tentación, les llevaba a mi casa y cocinaba solo para ellas, alguna vez cosí una falda que otra. Pero soy hombre de una sola mujer y siempre acabo llorando y contando cuando ella me dejó.

Me han dicho que hay otra mujer, más joven y más guapa sentada en el Ferrari de aquel guaperas del tres al cuarto. Y por mucho que pregunto nadie sabe decirme por donde anda. Pero aveces cuando canto en el club siento que desde un oscuro rincón alguien me mira y escucha llorando mi triste blues que habla de amores, desamores, de hombres, mujeres…y de cientos de tortillas que nadie nunca más comió.

Y es que la vida es un blues…¿no crees? oh yeaaaaa!!!